.:: Crónica 3. Patrick al fin del mundo ::.

6 de febrero 2003… Buenos Aires

Definitivamente, no consigo irme de Buenos Aires…

Mi amigo Geoffrey delante un banco con barricadas - Cada día, unos manifestantes golpean sobre las barricadas para recuperar su dinero... Hasta hoy, no resultó bien...Del lado de la cámara, el negocio me ha dado parte de una buena y una mala noticia. Empiezo por la buena: ¡Pudieron repararla! Al parecer, un circuito electrónico estaba roto. Sin piezas de recambio oficiales, no sé bien como hicieron. Imagino sin pena la soldadura bien gruesa, como que si el responsable post-venta de Pentax Bélgica la vea, se va a atragantar directo con su sushi... De todos modos, es poco probable que vaya a necesitar usar la garantía belga que vencerá dentro de 11 meses. Pues el negocio me ha dado una garantía nueva de un año sobre la reparación. Otra buena razón para regresar a Buenos Aires...

Pero por supuesto, todo eso faltaba totalmente de imprevistos... paso a la mala noticia: alguien les robo mi cargador de baterías. ¡Te lo juro! “Por Dios”, como dice mi contacto, nada más fue robado. Nada que me pertenece, por lo menos. Bueno, si, pero... ¡La cagada! Entonces, el huevon me ha propuesto construirme un cargador a medida. Pensaba que iba a recibir algo enorme, tan pesado como una cartera de escolarUshuaia es la ciudad más al sur del mundo. Ahí se encuentra este cartel con la distancia hasta las ciudades más importantes del mundo. pero no, hicieron algo perfecto. Perfecto aparte que no anda, un detalle... El cargador devolvió entonces al negocio en una visita sorpresa y ahora anda más o menos, depende de cada día.

Estos contratiempos sucesivos me permitieron encontrar bastante gente, como por ejemplo Geoffrey, Joe y Edouard que hicieron el trayecto desde Bélgica especialmente para verme, y después aprovecharon la ocasión para visitar al resto de Argentina... ¡Qué listo! Fue muy agradable verlos mientras que en Bélgica no conseguimos vernos. Por una vez, la distancia acerca. Encontré también algunos argentinos y sobre todo una argentina pero voy a contar eso más adelante.

Al fin, durante estas tres semanas, aproveche la libertad nueva que encontré. En contacto con una sociedad y una cultura diferente, me doy cuenta de que las posibilidades son mucha más amplias que aquellas fijadas por el cañamazo rutinario de mis valores tradicionales. No quiero decir que el pensamiento que me enseñaron mis padres, mis experiencias personales y profesionales, es decir mi entorno sociocultural, sea más limitador que lo que encontramos por acá. Solamente, a fuerza de siempre bordear este entorno, me parece que termine por dar la vuelta sin parar dentro de mi tarro. ¡Blup blup! Del otro lado, es igualmente este pensamiento que me permite vivir esa experiencia de “la multiplicación de los posibles”. O por lo menos de estar consciente de aquélla.


El fin del Mundo - Punto de vista desde el glaciar “del fin del mundo” hacia el Canal Beagle y el otro lado del canal, Chile. Más allá, se encuentra solamente al Antarctica.

Primero de marzo 2003.

Decreto el primero de marzo “Día mundial de la bofetada en la frente”. Después de que la argentina de quien hablaba me bota como una mierda hedionda a pesar de que lo sentía bastante (muy) bien, lo que es bastante (muy) raro, me entero de que la chica con quien compartí 6 años de mi vida esta embarazada ya de 7 meses y se va a casar mañana. Sin embargo, la gorda no me dijo nada cuando nos vimos justo antes de irme de viaje, hace 5 semanas. Supongo porque eso significa que, como lo pensaba, llevé cuernos durante un año antes de que nos separemos... ¡Que lindo! Estoy estudiando en serio la posibilidad de ponerme monje o pedofilo. O los dos a la vez... Mientras tanto, elijo huir con mucho ánimo hasta el fin del mundo.



5 de marzo, Ushuaia

Estoy en el fin del mundo desde hace dos días para recuperar una salud mental con dosis masivas de naturaleza salvaje. Acá, cada atracción recibe una denominación particular a causa de la situación particular de la ciudad (la más austral del mundo).

Tierra de fuego, tierra de viento. Acà se llaman árboles banderas. Así, pude descubrir con admiración el tren “del fin del mundo”, que recuerda la vida maravillosa de los presidiarios que vieron nacer la ciudad. Al principio, los únicos otros habitantes fueron las familias de los presos y de los guardas, pero al parecer no alegraba mucha gente seguir su angelito en una región con encantos hechizando... La ciudad estuvo entonces subpoblada durante años, y hasta contaba menos habitantes que presos. Estos se divirtieron, no sabemos bien porque, cortando árboles todo el día. El tren, que entonces transportaba la leña, nos lleva a lo largo del recorrido festivo que tomaban los presidiaros cada día, así que sobre los lugares lúdicos de trabajo, que se ubican hoy día en el parque nacional de la tierra del fuego, igualmente llamado Parque “del fin del mundo”.

Pero esa no es la única atracción que se caracteriza por esta denominación particular... Descubrí así con mucha alegría el centro ecuestre “del fin del mundo”, el kayak “del fin del mundo”, los taxis “del fin del mundo” así que los cangrejos “del fin del mundo”. ¡Estoy muy impaciente por descubrir el museo “del fin del mundo”, el glaciar “del fin del mundo”, el faro “del fin del mundo” así que la muy famosa hamburguesa completa “del fin del mundo”! Pero ahora, ni piensan hablarme de chicas, ni misma de aquellas “del fin del mundo”... ¡Más me vale encontrar actividades que me ayudaron olvidar mi morosidad pasajera, indigna de un belga “del fin del mundo”!

Ushuaia se ubica sobre las estribaciones del fin de la cordillera, justo cuando la interminable cadena de montaña encuentra el mar y continua bajo el agua.
Hoy por ejemplo, vuelvo de una excursión de trekking (en el parque nacional de la tierra del fuego) / Canoa kayak (en el canal Beagle). Este canal, de 150 Km. de largo, es el cementero de barcos más grande del mundo (pero no de canoas, por suerte). Conecta el Atlántico al Pacífico, lo que permite a los navegantes no pasar por el temible Cap Horn. La excursión sobre el canal termina donde llega la ruta numero 3, la ruta del fin del mundo (y esta vez, no es usurpado). Constituye una parte de la ruta panamericana que cruza todo el continente americano de sur a norte (o de norte a sur, depende del punto de vista). En los confines de esta ruta, frente al canal Beagle, se encuentra un cartel muy simple que apunta hacia el norte, con esa inscripción: Buenos Aires – 3.063 Km., Alaska – 17.848 Km. ¡La próxima vez, lo hago en bicicleta!



¡Hasta la próxima!

Patrick


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